UN SILO DE SEMILLAS EN EL ÁRTICO

Recientemente se ha creado la Svalbard International Seed Vault(SISV), conocida como la "Bóveda del fin del mundo". Está en Longyerbyen, un pequeño pueblo minero situado en la isla de Spitsbergen, una de las islas que forman parte del archipiélago Noruego de las Svalbard, a 1000 km del Polo Norte.

Es un enorme almacén con todas las muestras de semillas necesarias para una nueva conquista de la Tierra, sería el Arca de Noé del reino vegetal, utilizable en hecatombe o desastre ecológico natural o por la acción del ser humano.

Existen en el mundo alrededor de 1000 bancos de semillas, muchos de los cuales se encuentran en permanente amenaza, sobre todo en el caso de países en vías de desarrollo (Inundaciones, terremotos, guerras, escasez de agua...). Sa ha escogido Noruega como país responsable de la construcción de la bóveda, por poder afrontar todos los peligros además del cambio climático o la guerra nuclear.

Las Svalbard son un lugar de gran estabilidad sísmica, con un suelo helado, es el llamado Permafrost ( capa de hielo continuamente congelada en territorio ártico ( como la tundra Siberiana o los Oceános polares) . Este suelo ofrece la conservación natural de las semillas, ya que el almacén está excavado en roca formando un túnel de 125m, en las profundidades de una montaña Ártica. Si todos los sistemas de refrigeración fallasen la temperatura en la montaña nunca superaría la temperatura de congelación debido al permafrost.

Se trata de alcanzar la máxima protección, para ello al finalizar el pasillo de 125m, encontramos 3 almacenes. Todo el interior está reforzado en acero para evitar cualquier tipo de derrumbe. Además de lo remoto del sitio, la existencia de osos polares, la instalación cuenta con una puerta acorazada, vallado perimetral y vigilantes. Los inviernos son terriblemente duros, y los bancos de hielo garantizan la seguridad.

Las semillas se introducen en paquetes con 3 capas de aluminio, que se cierran de forma hermética para garantizar su conservación en las mejores condiciones. Se guardan rodeadas por muros de un metro de ancho. Una vez registrados y sellados, se introducen en cajas de plástico y se trasladan a una de las 3 cámaras del Búnker.

Las muestras conservadas en las llamadas cajas negras, sólo se abrirán en caso de que todo el resto de semillas hayan sido destruidas o agotadas.

Existe una sala de control, donde los técnicos registran cada semilla que van llegando desde todas las partes del mundo. Se clasifican por especie, procedencia y antigüedad. Al final toda la información es volcada un una Web, para que la comunidad científica acceda a los contenidos.

El objetivo es crear una copia de seguridad de todas las semillas del planeta, salvaguardando la biodiversidad de los cultivos, y protegiendo el futuro de nuestra alimentación. La conservación de las semillas en el silo es gratuita y los países de origen son los propietarios de sus semillas. Si alguna especie desaparece de su medio natural podrían recurrir al Silo del fin del mundo.

Marisa